lunes, 30 de noviembre de 2015

Emilio Correa Uribe y Julio Cano Montoya, dos pereiranos de hace tiempos

La publicación de libros de autores pereiranos de otras épocas es un primer paso para comprender mejor el pasado y la manera como esos autores y los lectores de entonces concibieron o disfrutaron la literatura. También es un modo de acercarse a lo que esos pereiranos apreciaron como valores estéticos representativos o como forma de vida ejemplar. Ese es precisamente el mérito que tienen los libros ganadores del Concurso de Escritores Pereiranos, en la categoría de Obra inédita de autor fallecido, que próximamente publicará en diciembre el Instituto Municipal de Cultura y Fomento al Turismo. Se trata de “Crónicas de Eme Zeta”, de Emilio Correa Uribe, y “Poesía Reunida 1902-1929”, de Julio Cano Montoya.



Emilio Correa Uribe nació el 10 de junio de 1904 en la población de Rionegro Antioquia, en el hogar formado por el doctor Ramón Correa y doña Manuelita Uribe. Son sus hermanos Arturo, Eduardo y Pastorita.Hizo sus estudios en Manizales, Armenia y Pereira. En 1917, cuando sólo contaba 13 años, fundó el semanario literario Brotes, que se editaba en la Tipografía Pereira. En 1925, fundó la revista literaria ilustrada Variedades que apareció hasta 1929, año en el cual decidió la fundación de El Diario, primero de esa naturaleza que circuló en Pereira y que se imprimió hasta 1987.

Correa Uribe también se desempeñó como diputado en la Asamblea de Caldas, en los años de 1935, 1936,1943 y 1944. En esos años publicó el libro “Desde la barra”, con el seudónimo de Mr. Jhon. Fue asesinado por “pájaros” junto con su hijo Carlos, el 8 de julio de 1955, en inmediaciones del municipio de Obando, Valle del Cauca, mientras regresaba desde Cali a Pereira. Su crimen conmocionó a Colombia entera y las protestas de los diferentes directores de periódicos por la complicidad del Gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla, tuvo como consecuencia el cierre por dos años del diario de El Tiempo, de Bogotá.



En el libro “Crónicas de Eme Zeta se recoge una selección de las crónicas incluidas por Correa Uribe en las publicaciones que dirigió, algunas de ellas siguiendo el estilo de Luis Tejada, de quien fue contertulio durante sus estadías en Pereira, a finales de la década de 1910. Para la profesora, investigadora y experta en historia del periodismo colombiano Mariluz Vallejo, las crónicas de Emilio Correa Uribe “reúnen todos los rasgos del género moderno: temas minúsculos nacidos de la cotidianidad, de las noticias de prensa, de la observación;  apuntes sobre los cambios de costumbres de la sociedad rural a la urbana; de los nuevos roles de la mujer; lenguaje ricamente castizo que combina formas cultas y coloquiales para crear el clima distendido de conversación; referentes de la tradición oral; vivos retratos de tipos populares de la aldea; toque irónico y filosofía encapsulada en frases sentenciosas de este tenor: “Todo hombre que fume es bueno”.


Julio Cano Montoya
Por su parte, Julio Cano Montoya nació al parecer en 1877, sin que pueda precisarse si esto ocurrió en Pereira o en alguna población antioqueña. Julio fue el tercero de los doce hijos del matrimonio de Delfín Cano Uribe y Camila Montoya Arbeláez. Don Delfín,hermano medio del fundador del periódico El Espectador, Fidel Cano Gutiérrez, fue el primer hombre con conocimientos científicos en medicina que se radicó en la ciudad, pese a no haberse graduado de ninguna academia. Julio Cano siguió los pasos de su padre en la medicina y se convirtió en dentista, oficio que desempeñó en poblaciones como Armenia, Cartago y por supuesto, Pereira. Nunca contrajo nupcias y no dejó descendencia alguna. Su fallecimiento, producto del Bacilo de Koch,ocurrió 16 de diciembre de 1929, en su casa de habitación ubicada en la carrera séptima entre calles 22 y 23.En ese entonces la ciencia no había desarrollado todavía una vacuna para esa enfermedad, por lo que se presume  que para evitar la propagación de la enfermedad sus familiares debieron apresurarse a arrojar al fuego sus objetos personales y sus escritos, pues de estos últimos no es posible hallar alguna noticia posterior.



Desde entonces el reconocimiento y la fama de este hombre, a quien solamente Luis Carlos González Mejía le ganara el honor de ser el poeta de Pereira, se han reducido a las escasas menciones de su nombre como el autor de la letra del himno que la ciudad adoptó mediante el acuerdo 39 del 19 de octubre de 1923. Un honor que por desgracia no da plena cuenta de la importancia de don Julio Cano para nuestras letras, en las primeras tres décadas del siglo XX.

Los poemas reunidos en el libro “Poesía reunida 1902 – 1905” fueron publicados originalmente en El Esfuerzo, Polidor, La Palabra, Bien Social, Variedades y El Diario, todas publicaciones pereiranas de las primeras dos décadas del siglo XX.  A algunos de esos poemas, el autor les puso fecha. Los primeros datan de 1902, y los últimos, presumiblemente, fueron escritos poco antes de su muerte.



De Cano escribió Hugo Ángel Jaramillo en su libro “Pereira, proceso histórico de un grupo étnico colombiano” (1982):“El valor de la obra poética de Julio Cano nunca se ha evaluado en nuestro medio, tal vez porque sus versos no fueron aglutinados en un libro, o bien por el poco interés de investigación sobre la vida y la obra del poeta. El bagaje cuantitativo de su obra fue muy vasto y dada su aceptable calidad lírica, aunque tiene altibajos en su contexto, podemos ubicar a Cano como el poeta de más estructura hasta los años treinta”.

En la poesía de Julio Cano están nuestras raíces literarias.


Loable la decisión del Instituto Municipal de Cultura y Fomento al Turismo de incluir estas obras en la Colección de Escritores Pereiranos y contribuir así a la preservación del patrimonio literario e histórico de la ciudad.

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